
El torneo de Primera B de 1974 guarda una historia que pocos recuerdan. Por entonces, AFA decidió cambiar el formato tal como venía jugándose y puso en práctica uno distinto, dividiendo a los equipos en zonas (Norte y Sur) y el calendario anual en competiciones, una por cada semestre (primero el torneo Preparación y luego la Copa Campeonato). Los que finalizaran primeros y segundos en cada una de las zonas de cada competición jugarían un torneo cuadrangular, y luego, primeros y segundos de cada cuadrangular (dos, en tanto disputaban esta instancia ocho equipos) jugarían otro cuadrangular, por el campeonato y un segundo ascenso. Un sistema enmarañado que muy pocos hinchas, seguramente, comprendían con absoluta precisión.
Lanús, por haber ganado su zona en la Copa Campeonato y salir segundo en el cuadrangular siguiente (por diferencia de gol), accedió a dicha instancia final. Dado que los partidos se disputaban en cancha neutral, por la segunda fecha, jugó en la de Sarmiento ante Unión de Santa Fe. Las crónicas deportivas de aquella jornada, 30 de noviembre, no destacan demasiado de aquel partido que finalizó sin goles. Sin embargo, hay una historia por demás curiosa fuera de las líneas de cal: Lanús dispuso de un tren común, de pasajeros, para que los hinchas se trasladaran desde nuestro barrio hasta Junín, pasando apenas el Río Salado, ida y vuelta. El mismo, perteneciente a Ferrocarriles Argentinos, empresa pública que manejó la red ferroviaria del país entre 1948 y su liquidación final en años menemistas, fue fruto de la gestión de quien por aquellos años presidía el club, Lorenzo Francisco D’Angelo,
Muchos sabrán que la Ciudad Deportiva junto al estadio lleva su nombre. Un acto de absoluta justicia: D’Angelo fue fundamental en la obtención de la cesión definitiva de aquellos terrenos, un total de 107.000 m2. Por ser diputado nacional tenía contactos: su insistencia rindió frutos el 19 de junio de 1975, cuando se formalizó la efectiva cesión de aquellas tierras, por medio de la Ley 20.846. El contexto del país era, como se sabe, sumamente crítico: el Rodrigazo, inconvenientes con el abastecimiento de combustible y alimentos e intensas movilizaciones populares y huelgas, condensando una crisis que barrería poco tiempo después con el ministro de Bienestar Social, José López Rega, y el de Economía, Celestino Rodrigo, que ocupaba el cargo desde hacía un mes. No faltaba mucho para el comienzo del proceso dictatorial: para entonces, D’Angelo, desplazado de la presidencia del club, estaría prisionero durante un tiempo en un barco amarrado al puerto de Buenos Aires, junto a otras personalidades políticas perseguidas por la Junta Militar.
Tras ese partido sin goles, aquella jornada en Junín en las postrimerías de aquel noviembre, Lanús cayó frente a Estudiantes (BA) y quedó fuera de la lucha por el ascenso. Sin embargo, testimonio del amor incondicional por el club, queda inmortalizada en nuestros anaqueles la historia de un tren granate, atravesando la provincia en dirección al oeste.